11.7.20

Queriendo mostrarse generosa ha resultado dejar al descubierto una crítica a "lo que soy" de un gusto pésimo. 

Cuando una persona no se queja de su pelo, de su egoísmo, su pereza o su barriga puede ser que no lo sienta como algo malo. También puede ser que evite quejarse. Incluso puede ser que odie todas esas cosas de sí mismx, pero que esté aprendiendo a aceptarse o se niegue a maltratarse. 
Pueden ser muchas cosas, pero lo que no es: también hay que tenerlo en cuenta. 

Sobre todo, que él /ella no lo haga, no significa que tú tengas carta blanca para decirle algo sobre su pelo, su egoísmo, su pereza o su barriga, porque nadie te ha dado vela en este entierro. 

Pero es aún peor que cojas las inseguridades de los demás para hacer una comparación contigo mismx en la que sales ganando. Porque lo que disfrazas de generosidad es egoísmo del que pudre, egoísmo del que juzga. 

Es la segunda que haces algo así. Y puede que haya una tercera, pero no va a haber una cuarta.







Hay que querer mejor a las personas, igual quererlas menos, pero mejor. 

8.7.20

En realidad no sé porqué tecleo. 
Quizás porque la vida ha cambiado mucho desde la última vez que trasteé aquí con las palabras.
Ahora tengo mucho más que decir y, sin embargo, callo mucho más que antes. Mucho más.

Desde hace algunas semanas algo ha hecho clic en mí. No sé definir qué es.
No sé si es la falta de aire o el exceso de él. No sé si es la libertad o la falta de ella. Solo sé que estoy volviendo a verme. Quizás de ahí que esté golpeando así el teclado. A lo mejor estoy reconciliándome conmigo. 

Si es así: menos mal. Me hacía falta. 
No es necesario vivir castigada. 

Nunca te castigues. No se aprende nada. 

A veces

Las cosas se acaban y las cabezas necesitan espacio, aire.






Esto lo escribí en septiembre de 2015. Lo publico hoy porque es la explicación más acertada que encuentro.