Ahí están. Todas mis ideas, mis ilusiones... todo está en una nube que ronda sobre mi cabeza, a donde yo voy, viene conmigo. No me deja ni a sol ni a sombra. Siempre conmigo.
Pero está bien, porque si ella no estuviera, ¿dónde irían a parar todas esas semillas?, ¿Sabes lo que te digo? que ni lo sé, ni me importa, porque al menos las tengo ahí, a buen recaudo, además, ¿a quién le importa una nubecilla de nada?
Hay que saber llevarla, nada más.
La mía se porta bien, hay días en los que se aparta hacia un lado y deja que entre mucho sol, pero mucho mucho, y luz... pero la luz siempre escandila, siempre siempre. Otros días sabe que necesito centrarme, y que el sol me distrae, así que se sitúa sobre mi cabeza, protegiéndome como si fuera un sombrero. ¡Qué bien lo hace!
Hoy es uno de esos días, no me entra mucho sol, si algo, pero a la sombra que me proporciona mi nube, soy capaz de dedicarme a lo más importante que tengo en mi vida.
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