12.2.12

Te reirás recordando un día de primavera, cuando tenía siete años. Había metido los dedos en un pastel de chocolate, en la crema de afeitar de mi padre, en la pecera, en el cubo de la basura, en una olla con sopa caliente y en un enchufe. Tú ya estabas furiosa. Después, al oscurecer, mientras me observabas saltar cazando luciérnagas, suspiraste, preguntándote en voz alta: "¿Por qué no descansa?, por qué no deja de inventar?, por qué demonios se mete en todo?, ¿por qué no para de pensar?"; te oí y me inquieté. Jamás te olvidarás de la expresión de mis chispeantes ojos al contestarte: "Oye mami, no te preocupes, que algún día encontraré la manera de hacer que mi mente aterrice". 

Linda Goodman.